No es rabia, es dolor.
Es la confianza que por un segundo se apodera de mí.
Es el dar una segunda oportunidad a un ser humano que, ciertamente, no se la merece.
Es tener una sensación de ahogo en el pecho.
Es volver a llamarse Phoenicoperus.
Es ser algo así como creer en la bondad humana.
Es no querer ver el mal que se puede llegar a hacer.
Es patético y triste.
Es la realidad de la cara verdadera de la maldad.
Es, sobre todo, el verlo aunque a veces no quiera.
Es la crueldad.
Es la confianza que por un segundo se apodera de mí.
Es el dar una segunda oportunidad a un ser humano que, ciertamente, no se la merece.
Es tener una sensación de ahogo en el pecho.
Es volver a llamarse Phoenicoperus.
Es ser algo así como creer en la bondad humana.
Es no querer ver el mal que se puede llegar a hacer.
Es patético y triste.
Es la realidad de la cara verdadera de la maldad.
Es, sobre todo, el verlo aunque a veces no quiera.
Es la crueldad.
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