¿Te gustaría poder ver algo maravilloso cada vez que abres los ojos por las mañanas?. No es tan difícil, de verdad.
Muchas veces lo tienes tan cerca que el ejercicio de agudeza visual que tienes que hacer te parece excesivo y te cansas antes de haber enfocado la vista lo suficiente y, con total evidencia, te lo pierdes. Así van pasando todos los días y tu sigues sin ver nada maravilloso cerca (¿demasiado cerca quizá para ser digno de ser respetado como maravilla?)
Otras, en cambio, igual esté más cerca del horizonte que de ti, pero claro, no tienes tiempo de observarlo, con lo cual estamos en las mismas y te lo sigues perdiendo. Igual es que tampoco la maravilla lejana no sea digna de ser respetada.
¿Y porqué no se te ocurre mirar a la distancia en la que tus ojos no tienen que trabajar demasiado como para extenuarse?. ¿Y si das más importancia a lo que puedes atrapar con las manos sin que peligre su hermosura?
Dejemos el asunto de "cerca-lejos" (lección aprendida en un famoso programa de muñecos televisivos infantiles que creo que todos recordamos) y volvamos al tema de lo maravilloso y, a su vez, de lo absurdo que eres si no te das cuenta de que lo tienes al alcance de la mano.
Lo maravilloso, a pesar del tiempo que haga, de cómo vayan tus temas económicos, de los caprichos de los que tienes que prescindir, está realmente cerca. Pero sólo tienes que tener ganas de verlo, sentirlo y cuidarlo. Sobre todo eso, cuidarlo.
Lo maravilloso está en una tontería tan gorda como conseguir que un
arbolito, al que crees que no le queda ni medio día de vida, te sorprenda una tarde absurda con un par de brotes verdes que le auguran una larga vida (igual incluso centenaria), y todo gracias a haberla puesto en un vaso con agua y haberle dicho un par de palabras de ánimo y súplica por el esfuerzo que va a realizar continuando tanto con su crecimiento como con el engrandecimiento de tu
ego al verlo progresar.
Lo maravilloso, al igual que el pequeño
árbol que cuidas y mimas con cariño, va creciendo y te va llenando. Pero ojo, no te olvides de que es maravilloso, sino, seguramente, llegues a no cambiarle el agua antes de tener todas las
raíces bien formadas, antes de que lo trasplantes en uno de tus rincones preferidos y lo eches a perder. Tienes que darte cuenta de que si eso ocurre, si te olvidas de su maravilla, ésta desaparecerá y no será más que algo que una vez viste con buenos ojos y te aburrió.
Lo mismo que te hablo de un
arbolito indefenso, te puedo hablar de miles de cosas que pasas por alto. Espero que no sea por estar tan encerrado en
ti que no puedas ver ni siquiera haciendo a tu vista agotarse. Espero, sinceramente, porque todavía no te has parado a pensar, pero sobre todo observar.
No sirve de nada que admires las maravillas que los demás puedan ver o hacer si ciertamente tú eres incapaz de verlas o hacerlas.
¿Y aún quieres que yo te enseñe las maravillas cercanas?. Creo que después de todo esto, es hora de que empieces a ver y a hacer por
ti solo. Tus maravillas, aunque a veces las quieras y puedas compartir, son tuyas