Todo dolor, por soportable que pueda parecer, siempre duele. No quiso mirarle a los ojos, porque seguramente no iba a encontrar el consuelo que necesitaba. Se sentó y se aletargó, esperando a los "paliativos". Mientras se hacía a la idea de que el final estaba cerca, un sopor dulce se apoderó de ella. Por su mente comenzaron a aparecer imágenes de tubos oxidados perforados que conseguían que las gotas de agua cayesen siempre en el mismo punto en el que cayó la primera, junto a una pared inmaculada. Después silencio o cansancio. Seguían sin llegar los del "dolor".
Volvió a abrir los ojos y le costaba respirar. No aparecía nadie, así que decidió volver a acurrucarse y dejarse llevar. Le dolía. Ojalá hubiera tenido fuerzas para romper el duro plástico que les separaba para poder tener, por lo menos, ese abrazo de consuelo antes de despedirse. Se sumió en una dulce y plácida duermevela.